Desde la llegada de Milei, el campo perdió cerca de 2 millones de cabezas de ganado
Por primera vez en un siglo, Argentina tendría menos vacas que habitantes. El stock bovino caerá entre 1,9 y 2,2 millones de cabezas entre 2024 y 2025. Atraso cambiario, clima extremo y ausencia de crédito explican un ciclo de liquidación que deja al país rezagado frente a Brasil, Uruguay y Paraguay.
La crónica del poder suele concentrarse en el vértigo de la política y olvidar lo esencial: aquello que sostiene —materialmente— al país. En la Argentina, pocas actividades condensan esa estructura como la ganadería. Por eso el dato que surge de la Secretaría de Agricultura resulta más que una estadística: describe un desplazamiento histórico.
Entre 2024 y 2025, los dos primeros años de Javier Milei en la Casa Rosada, el rodeo nacional se contraería entre 1,9 y 2,2 millones de cabezas. El cálculo se obtiene de una fotografía contundente: en 2024 se perdieron 1,2 millones, dejando el stock en 51,6 millones, y en 2025 la baja se proyecta entre 700.000 y un millón más.
Si la tendencia se confirma, por primera vez en un siglo Argentina tendría más habitantes que vacas. Una paradoja para un país cuyo prestigio global se asentó, durante décadas, en su biología productiva: suelos fértiles, clima templado, genética de excelencia.

La “tormenta perfecta” del ciclo Milei
Detrás del dato hay una ecuación que el propio Gobierno reconoce pero no modifica:
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alta faena por falta de rentabilidad,
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falta de pastos por excesos hídricos y sequías alternadas,
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ausencia de crédito para retener vientres.
El impacto no es homogéneo. La pérdida de 800.000 vacas y vaquillonas erosiona la base reproductiva del rodeo. Sin hembras, la recuperación se posterga por años: caen los índices de preñez, se reduce la oferta de terneros, se comprime la capacidad de rebote cíclico.
La foto económica también pesa. Los feedlots, que buscan transformar maíz y proteínas en kilos de carne de manera eficiente, se vaciaron antes de tiempo. Con costos financieros que volvieron a niveles de usura, la ecuación dejó de cerrar: los márgenes fueron negativos incluso para establecimientos con escala. La decisión racional fue vender.
El resultado: otro ciclo de liquidación, sin recomposición, aun cuando el consumo interno cae y las carnes aviares avanzan para igualar —por primera vez— el kilaje anual de las rojas.

El clima, un adversario sistémico
Dos años de administración libertaria dejaron una postal repetida: anegamientos en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, alternados con períodos secos. Emergencias decretadas, pasturas arruinadas, siembras retrasadas.
El problema ya no es sólo económico: el clima opera como un actor estructural. Sin forraje ni disponibilidad de agua, la retención se vuelve una quimera.
Y sin crédito —tasas impagables en bancos públicos y privados— el productor financia la campaña con su propio capital: liquida stock para cubrir compromisos. El Estado, que promete desregulación y eficiencia, se retira incluso de la provisión mínima de herramientas financieras.

El espejo regional: el retroceso argentino frente al Mercosur
Si la Argentina mira a sus vecinos, la comparación es incómoda.
Brasil, Uruguay y Paraguay no cobran retenciones a la actividad. Con esa ventaja, ampliaron stock e inversiones.
Brasil es el caso paradigmático:
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hace medio siglo tenía un rodeo similar al argentino;
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hoy lo quintuplica, acercándose a los 250 millones de cabezas.
Sus exportaciones —dominadas por China— generan US$ 13.000 millones anuales.
La misma tendencia se replica en Uruguay y Paraguay, que avanzan en cuotas y mercados que alguna vez fueron argentinos.
Mientras en Argentina la inversión ganadera cayó 21%, en otros países subió:
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Brasil +23%
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México +24%
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Canadá +29%
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Perú +30%
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Uruguay +41%
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Unión Europea +38%
Los números contrastan con la geografía argentina, que posee ventajas comparativas superiores a la de los estados brasileños más productivos, como Mato Grosso o Mato Grosso do Sul: suelos más fértiles y un clima más benigno que —sin embargo— el país no logra capitalizar.

Un sector estratégico sin política estratégica
El ex titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, no oculta su escepticismo: el reciente entendimiento comercial con Estados Unidos no introduce cambios que permitan revertir una caída estructural.
La recuperación dependerá de factores que no están presentes hoy:
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forraje disponible,
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estabilidad climática,
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crédito accesible,
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un Estado que diseñe un marco de incentivos y no sólo recorte regulaciones.
La ganadería vuelve a confirmar la vieja ley de hierro de la economía argentina: sin política pública sostenida, incluso los sectores más competitivos retroceden.