Gol en contra al deporte de Mar del Plata: entregaron el Estadio Mundialista Minella por 30 años a un Grupo brasileño
El Intendente de Mar del Plata Guillermo Montenegro entregó en bandeja de plata a una empresa de Brasil la concesión por 30 años del estadio mundialista de Mar del Plata. Promete inversión, modernización y nuevos negocios, pero también abre el debate sobre la privatización del patrimonio deportivo argentino.
El estadio José María Minella, uno de los templos más emblemáticos del fútbol argentino y símbolo del Mundial 78, acaba de pasar —literalmente— a manos extranjeras. El Grupo Revee, gigante inversor brasileño asociado a la firma argentina Pro Enter, asumirá el control del complejo deportivo por los próximos 30 años, con posibilidad de prórroga por una década adicional. La concesión fue aprobada por la Municipalidad de General Pueyrredón, en un movimiento que promete modernización, pero también reaviva una vieja discusión: ¿hasta dónde puede el capital privado avanzar sobre los íconos del Estado?

La privatización silenciosa del patrimonio deportivo
El acuerdo se presentó bajo el formato de una “alianza público-privada” y, en los papeles, busca descomprimir las finanzas municipales. Pero en los hechos implica algo más profundo: la cesión de un símbolo urbano a un fondo extranjero.
Durante las próximas tres décadas, Revee y Pro Enter administrarán el estadio, las áreas circundantes y los espacios comerciales. La inversión comprometida ronda los 20 millones de dólares, a ejecutar en un plan escalonado que incluye nueva iluminación tipo CONMEBOL, refacción de la tribuna techada, renovación total de baños, cabinas de prensa y una zona gastronómica con retail y gaming.
El proyecto lleva el sello de Eduardo Spinosa, ex presidente de Banfield, quien será la cara visible del emprendimiento y opera junto al estudio jurídico Claria & Trevisán.
Mar del Plata, entre la nostalgia y el negocio
El intendente Guillermo Montenegro defendió la decisión con un argumento fiscalista: “El Estado no puede seguir destinando fondos públicos al mantenimiento de instalaciones que no generan valor agregado. Celebramos que un grupo del calibre de Revee apueste por transformar una zona y posicionar a Mar del Plata como un polo de eventos deportivos y culturales”.
La frase encierra la lógica del nuevo tiempo político: el patrimonio público como activo en desuso que debe volver a generar rentabilidad. Pero en el caso del Minella, esa visión choca con el peso simbólico del lugar: fue sede mundialista, escenario de clásicos, recitales y campeonatos juveniles. Es, para muchos marplatenses, parte del ADN de la ciudad.

El negocio detrás del deporte
El desembarco brasileño se inscribe en una tendencia regional: el avance de los fondos deportivos privados sobre infraestructura pública. Revee, con operaciones en San Pablo, Río y Porto Alegre, busca expandir su modelo de gestión integral de estadios con explotación comercial paralela.
Su estrategia es clara: reconvertir el Minella en un centro multipropósito, capaz de albergar partidos internacionales, recitales, ferias gastronómicas y eventos tecnológicos. En los pliegos se menciona incluso la posibilidad de que la Selección argentina vuelva a jugar en Mar del Plata, algo que no ocurre desde 2011.

Política, negocios y territorio
La concesión fue votada en un contexto político complejo, con un gobierno local alineado con la Casa Rosada libertaria, que promueve la “eficiencia del capital privado” como principio rector. Para Milei, este tipo de acuerdos son el modelo ideal del “Estado flaco”: menos gasto público, más inversión externa.
Sin embargo, entre los concejales opositores y algunos sectores de la comunidad deportiva surgieron alertas. Temen que el nuevo esquema termine priorizando la rentabilidad por sobre el acceso ciudadano. “Hoy dicen que van a arreglar las tribunas, mañana te cobran entrada para usar la pista de atletismo”, advirtió un dirigente local del Club Once Unidos.
La otra cara del federalismo económico
La operación también desnuda las asimetrías entre las provincias y los grandes capitales regionales. Con presupuestos ajustados, los municipios recurren a la concesión como única vía para mantener su infraestructura, cediendo control a fondos que, en muchos casos, deciden desde otro país el destino de espacios públicos locales.

El caso Minella puede convertirse en un precedente nacional. Si el modelo funciona, otros estadios provinciales —como el Malvinas Argentinas de Mendoza o el Único de La Plata— podrían seguir el mismo camino.
De templo del fútbol a activo financiero
En 1978, el Minella fue construido como parte del sueño mundialista. En 2025, su futuro queda atado a un Excel. El cambio de época es tan evidente como inquietante: donde antes se hablaba de gloria deportiva, ahora se habla de “retorno de inversión”.
La nostalgia del hincha choca con la lógica del mercado, y Mar del Plata, otra vez, queda en el centro de la disputa entre identidad y capital.