Nocaut a la motosierra de Milei

07 de septiembre de 2025
Redacción La Plata Diario

La ciudadanía bonaerense le marcó al Gobierno que no alcanza con gritar más fuerte que todos, ni con buscar culpables en conspiraciones. El panorama político se abrió para el peronismo y la derrota en las urnas fue contundente contra Milei.

La derrota categórica del oficialismo en la provincia de Buenos Aires confirma lo que ya se respiraba en el aire: el Gobierno de Javier Milei perdió su capital político más allá de las redes sociales y los insultos televisivos. El peronismo, con Axel Kicillof al frente, no solo resistió el vendaval libertario, sino que asestó un golpe seco, directo al mentón, que deja al Presidente tambaleando en el ring de la política argentina.

No se trata solo de un resultado electoral: es el desenlace inevitable de meses de improvisación económica, desmanejo social y una virulencia inédita hacia los sectores más vulnerables. Milei construyó su poder sobre la narrativa de la “casta”, pero terminó hundido en los mismos pantanos de corrupción que juró desterrar: sospechas en la Agencia Nacional de Discapacidad, contratos opacos en la gestión y un entorno cada vez más cuestionado por su voracidad.

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A esto se suma la asfixia social y económica que padecen los argentinos desde que el Gobierno decidió dinamitar el poder adquisitivo con un ajuste que desbordó los límites del sacrificio. Jubilados abandonados, trabajadores precarizados, familias sin cobertura de salud, y la clase media expulsada de sus propios sueños. En ese contexto, el peronismo logró capitalizar el malestar y convertir la bronca ciudadana en un voto castigo devastador.

La virulencia de Milei contra periodistas, sindicatos, docentes, jubilados y personas con discapacidad terminó de conformar una postal de intolerancia que ni sus más fervorosos defensores pudieron justificar. Donde prometió libertad, sembró odio; donde prometió futuro, consolidó la desesperanza.

El resultado bonaerense no es solo una derrota electoral: es un mensaje político contundente. La sociedad le marcó al Gobierno que no alcanza con gritar más fuerte que todos, ni con buscar culpables en conspiraciones. El fracaso se mide en la mesa vacía, en la inflación que devora salarios y en la corrupción que mancha hasta los discursos más incendiarios.

El peronismo vuelve a demostrar que, en tiempos de crisis, conserva su capacidad de organización y resistencia. Y Milei, en su peor noche, descubre que la motosierra no corta votos.