Se cumplen 50 días del Triple Crimen narco de Varela: ¿Qué se sabe del horror y la trama detrás del asesinato?

10 de noviembre de 2025
Redacción La Plata Diario

Lara Gutiérrez (15), Morena Verdi (20) y Brenda del Castillo (20) fueron asesinadas por una organización criminal transnacional y un mensaje mafioso que expone hasta qué punto el narcotráfico se infiltró en el Conurbano.

Han pasado 50 días desde la noche en que Lara Gutiérrez (15), Morena Verdi (20) y Brenda del Castillo (20) desaparecieron en La Matanza, tras subir a una camioneta blanca que las llevaría a una supuesta fiesta. Aquella promesa de 300 dólares fue el anzuelo mortal de una maquinaria criminal que hoy tiene 11 detenidos, 3 prófugos y una estructura narco con raíces en Perú.

El caso, conocido como el triple crimen de Florencio Varela, se ha convertido en una radiografía de cómo el narcotráfico, la trata y la precariedad social se entrelazan en el subsuelo urbano. Lo que comenzó como una investigación por averiguación de paradero se transformó en una causa federal de narcocriminalidad con derivaciones internacionales.

Así es por dentro la casa donde asesinaron y enterraron a las tres chicas.

El engaño y la casa del horror

El viernes 19 de septiembre, pasadas las 21, las tres jóvenes partieron desde Ciudad Evita hacia una vivienda de la calle Chañar 702, en el barrio Villa Vatteone, Florencio Varela. Allí fueron encerradas, torturadas y asesinadas. Los cuerpos aparecieron enterrados en el patio, bajo tierra removida, en una escena que el fiscal Adrián Arribas calificó como “salvaje, inhumana y despiadada”.

Los investigadores sostienen que el crimen fue una venganza narco. Detrás, se sospecha, hay una disputa por una carga de cocaína valuada en entre 30 y 40 mil dólares. La hipótesis apunta a que las chicas fueron usadas como instrumento de represalia por un supuesto robo de droga dentro de la organización.

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De La Matanza a Perú: una red que no reconoce fronteras

La trama no se agota en el territorio bonaerense. Las detenciones en Lima, a más de 3.400 kilómetros de Buenos Aires, confirmaron la naturaleza transnacional del caso. En Perú cayeron Matías Agustín Ozorio (28) y Tony Janzen Valverde Victoriano (20), alias Pequeño Jota, señalado como uno de los jefes operativos.

Ambos fueron identificados tras una pesquisa coordinada entre la DDI de La Matanza, Interpol y la Policía Nacional del Perú. Ozorio fue expulsado y trasladado a Buenos Aires en un operativo de seguridad que incluyó helicópteros y un convoy de la UTOI bonaerense.

Sin embargo, la figura más inquietante del expediente es la de Joseph Freyser Cubas Zavaleta (31), alias “Señor Jota”, quien —según varios testimonios— sería el autor intelectual del triple crimen. El hombre se encontraba detenido en una alcaldía de la Policía Federal por una causa de narcotráfico internacional y es considerado miembro de la organización “Los Pulpos”, con base en Trujillo, Perú.

Una de las imputadas, Magalí González Guerrero, lo describió como un líder temido: “Si alguien cometía un error, los mandaba a torturar y grababa los castigos para difundirlos”.

La causa, entre dos fueros

El fiscal Arribas pidió que la investigación pase al fuero federal de Morón, al considerar que los homicidios están directamente vinculados al tráfico de drogas. La familia de Lara Gutiérrez apeló la medida para mantener la causa en La Matanza, pero el Juzgado de Garantías ya dictó que el expediente cambie de jurisdicción. La definición judicial se espera para esta semana.

Por el momento, la causa acumula más de mil fojas, once detenidos y tres prófugos con pedido de captura internacional. Entre los implicados hay ciudadanos peruanos y argentinos, varios de ellos relacionados con actividades delictivas en el Bajo Flores.

Un crimen que desnuda algo más

El triple crimen de Florencio Varela no es solo un hecho policial. Es un espejo. Refleja la fragilidad institucional de un Estado que llega tarde, la expansión de redes criminales extranjeras en el conurbano y la naturalización de la violencia como método de control.

Las chicas fueron víctimas de un sistema que combina vulnerabilidad social, economía narco y desprotección judicial. En ese triángulo oscuro se movían, y en ese mismo escenario fueron ejecutadas.

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Cincuenta días después, el horror sigue abierto. Los investigadores buscan a los prófugos y tratan de identificar a un misterioso “hombre canoso”, mencionado por varios testigos como partícipe en la entrega de las jóvenes. Su nombre, todavía desconocido, podría ser la clave final de una trama donde confluyen la miseria social y la sofisticación del crimen organizado.