Un amor, un mensaje y una traición: ¿Cómo se gestó la captura de Pequeño J en Perú?
Un audio filtrado revela la intimidad de la fuga de Tony Janzen Valverde Victoriano. Entre confesiones de dinero, miedo y promesas de amor, el supuesto cerebro del triple femicidio dejó al descubierto su debilidad y allanó el camino para su captura en Perú.
La investigación por el triple crimen de Florencio Varela dio un vuelco inesperado en las últimas horas. Un audio filtrado, atribuido a Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, expone cómo el prófugo más buscado del país vivía sus días de clandestinidad en Perú. El material no solo revela su fragilidad emocional, sino que además habría sido clave para reconstruir sus movimientos y concretar su detención.
En la grabación, dirigida a una persona de confianza —presuntamente una pareja—, el acusado de ser el autor intelectual de los femicidios de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, lanza frases que lo desnudan:
“Espera a que arregle este problema, porque yo ando corrido, no ando ni en mi casa, en lugares lejos y es feo porque tengo que viajar humillado y nunca tuve que humillarme por nadie”.
El mensaje muestra a un hombre asfixiado, que intenta explicar su huida y a la vez buscar consuelo. “Los tíos me cobran, todos quieren mi plata, me estoy volviendo hijo de puta y no quiero que tú veas lo que pasa”, dice en otro tramo del audio, reflejando la presión de las deudas y las disputas internas en su entorno.
La confesión culmina con una promesa íntima: “No te quiero ver estresada, ni triste, ni nada. Quiero que estés tranquila, cuando pueda te voy a traer para aquí, quiero que estés bien”.
El audio como pieza de inteligencia
Fuentes cercanas a la investigación aseguran que este material fue determinante para los equipos de inteligencia argentinos y peruanos. “La emoción siempre delata”, deslizó un investigador, al explicar cómo el tono y las referencias geográficas permitieron acotar la zona donde se escondía Pequeño J.
El golpe final coincidió con la detención en Lima de Matías Ozorio, señalado como su mano derecha, quien ya fue deportado a la Argentina. Su testimonio, sumado al rastro del audio, compone el rompecabezas que ahora busca cerrar la Justicia argentina.
Entre la negación pública y la confesión privada
En público, Pequeño J apenas se había limitado a decir: “Soy inocente”. Pero en privado, sus palabras muestran a un hombre en fuga, dominado por el miedo y las tensiones económicas. Sin mencionar su presunta participación en el crimen, el prófugo dejó un registro que hoy lo compromete más que cualquier declaración oficial.
Los fiscales creen que el audio no solo prueba su desesperación, sino que también exhibe una red de apoyos logísticos y afectivos que lo contuvieron en el exterior hasta que una traición o una filtración interna permitió ubicarlo.
Con Ozorio en suelo argentino y Pequeño J en espera de extradición, la trama del triple crimen suma un capítulo de novela negra: amor, dinero, fuga y traición.