La muerte de Jorge Lorenzo no solo entristece al mundo del espectáculo: marca también la despedida de una generación de actores que hicieron de la televisión un territorio moral. Tenía 67 años y su rostro, reconocible sin ser famoso, fue uno de esos que habitaron la pantalla con una naturalidad que la industria ya casi no produce.

La noticia fue confirmada este miércoles por la Asociación Argentina de Actores, a la que pertenecía desde hacía décadas:

“Con profunda tristeza despedimos al actor Jorge Lorenzo, de extensa trayectoria en cine, televisión y teatro. Acompañamos con nuestro afecto y respeto a sus seres queridos en este difícil momento”.

Nacido el 23 de diciembre de 1958, Lorenzo representaba esa raza de intérpretes que transitó todos los escenarios, del teatro independiente al circuito comercial, de los sets de Pol-Ka a las plataformas de streaming. Su papel de Capece en El Marginal lo devolvió al gran público, con esa mezcla de crudeza y humanidad que definió al policial argentino contemporáneo. Luego seguiría con En el barro y ATAV 2, pero su filmografía era tan extensa que parecía resumir tres décadas de televisión nacional.

En el cine participó de títulos como La herida, Miénteme, La larga noche de Francisco Sanctis y Hermanas. En teatro, su versatilidad lo llevó de Potestad a Doña Flor y sus dos maridos, de Bodas de sangre a Las de Barranco. También dirigió y adaptó piezas infantiles, demostrando una vocación que no conocía jerarquías ni géneros.

Lorenzo era, en el fondo, un actor de repertorio. No perseguía el estrellato sino la veracidad. Por eso su figura resulta entrañable: porque representaba al actor que sostenía el andamiaje invisible del teatro y la televisión, el que daba espesor a las historias sin reclamar protagonismo.

Su muerte cierra un capítulo de la actuación argentina: el de los intérpretes que vivieron del oficio, pero también para el oficio, con una ética que sobrevivió a las modas, a las crisis y a la fugacidad de las redes.

El público lo recordará como Capece.
El teatro, como uno de los suyos.
Y sus colegas, como un compañero de esos que ya casi no hay.