La Plata Diario

A los 89 años, murió Pepe Mujica, el último Presidente de la dignidad latinoamericana


13 de mayo de 2025

El expresidente de Uruguay, símbolo mundial de la austeridad y la coherencia política, falleció a los 89 años. Su legado trasciende fronteras y banderas.

Redacción La Plata Diario

José "Pepe" Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció este martes a los 89 años en Montevideo, confirmaron fuentes del entorno familiar. El exmandatario luchaba desde hace años contra un cáncer que se había agudizado en los últimos meses, pero hasta el final mantuvo su lucidez y compromiso con los valores que marcaron su vida: la libertad, la humildad y la justicia social.

Mujica no fue un político tradicional. Fue guerrillero tupamaro en los años 60, prisionero durante la dictadura, y luego presidente de la República Oriental del Uruguay entre 2010 y 2015. Vivió en una chacra modesta con su esposa, la senadora Lucía Topolansky, y donaba gran parte de su salario presidencial a organizaciones benéficas. Su imagen en alpargatas, manejando su viejo Volkswagen escarabajo, recorrió el mundo como símbolo de una política con valores humanos.

“No soy pobre, soy sobrio”, solía decir, y esa frase resumía su filosofía de vida: la búsqueda de una existencia sencilla pero plena, alejada del consumo desmedido y del poder por el poder mismo. Su discurso ante la ONU en 2013, donde criticó el modelo económico global basado en la depredación ambiental y la desigualdad, sigue siendo citado como uno de los más lúcidos del siglo XXI.

Políticamente, Mujica fue una rara avis: logró unir sensibilidad social con realismo institucional. Bajo su gobierno se legalizaron el matrimonio igualitario, el aborto y la marihuana, posicionando a Uruguay como un faro progresista en la región. Sin embargo, también supo dialogar con sectores conservadores y moderados, sin caer en el populismo.

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Con su muerte se va no solo un líder político, sino un humanista que entendió el poder como servicio. En un continente marcado por la polarización y los personalismos, Pepe Mujica fue una anomalía luminosa. Su legado no se medirá en obras ni en cifras, sino en corazones y conciencias.

Redacción La Plata Diario

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