Nuevos detalles del Triple Crimen de Varela: buscan a 3 nuevos sospechosos y serían 15 los implicados en total
05 de octubre de 2025
La Justicia bonaerense sigue la pista de tres sospechosos y ya se habla de una red de al menos 15 personas vinculadas al brutal asesinato de tres jóvenes. El caso refuerza la hipótesis de una venganza narco que golpea al corazón del conurbano.
El triple crimen de Florencio Varela continúa revelando un entramado cada vez más complejo. Lo que al principio parecía una ejecución aislada, hoy se perfila como una operación narco con múltiples participantes, al menos 15, entre autores materiales, cómplices y encubridores.
Las víctimas, Brenda del Castillo y Morena Verdi, ambas de 20 años, junto a Lara Gutiérrez, de 15, fueron encontradas asesinadas en una vivienda del barrio Santa Ana. Desde entonces, la investigación avanza con nuevas detenciones y una hipótesis cada vez más firme: una venganza entre clanes vinculados al tráfico de cocaína.
Una escena planificada y varios vehículos implicados
Fuentes judiciales y policiales confirmaron que todavía hay tres prófugos identificados, mientras que nueve personas ya están detenidas. Los investigadores creen que al menos cinco vehículos fueron utilizados durante el operativo que terminó con el triple homicidio, lo que demuestra un nivel de coordinación poco habitual para un caso de esta magnitud.
Entre los sospechosos que continúan prófugos se encuentran el conductor y un acompañante de la Chevrolet Tracker en la que viajaban las víctimas, además de otro hombre que se desplazaba en un Volkswagen Golf, junto a Víctor Sotacuro y Florencia Benítez, ambos ya detenidos.
De acuerdo a la declaración de Benítez, el acompañante del Golf sería un amigo apodado “Diego”, aunque las autoridades sospechan que su rol dentro de la estructura criminal era mucho más relevante que el de un simple testigo.
“Pequeño J”, el nombre que emerge detrás del crimen
El principal apuntado por la Justicia es Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, un joven peruano de 20 años señalado como el autor intelectual del triple homicidio. Según los investigadores, Valverde no habría estado en el mismo vehículo que las víctimas, sino que se habría trasladado por separado y llegado a la casa donde ocurrió la masacre.
“Todo indica que Ozorio —otro de los detenidos— ya estaba en la vivienda antes de que llegaran las chicas. Además del Golf y la Tracker, hay registro de otros dos o tres autos que se movieron esa noche”, reveló una fuente con acceso al expediente.
La magnitud del caso hace pensar que el triple crimen fue una operación planificada, con roles definidos y una logística que excede a un simple grupo barrial.
Venganza, traición y “mexicaneo”
La principal línea investigativa apunta a una venganza narco interna. Según reconstruyeron los investigadores, una de las jóvenes asesinadas habría “pasado el dato” sobre una partida de cocaína perteneciente al grupo de Valverde Victoriano. Esa información habría sido utilizada por otra banda para “mexicanear” —es decir, robarle droga a otro grupo narco—, lo que desató una represalia violenta.
“Lara no era el objetivo principal. La venganza estaba dirigida contra otra de las chicas, presionada por alguien del entorno para entregar información”, detalló una fuente judicial.
La escena del crimen, con signos de tortura y ejecución, coincide con el modus operandi de ajustes de cuentas narcos peruanos en el conurbano sur, donde los conflictos entre bandas suelen resolverse con extrema brutalidad.
El conurbano como zona roja
El caso de Varela volvió a exponer la presencia creciente de organizaciones narco en el conurbano bonaerense, especialmente en los distritos del sur, donde la combinación de marginalidad, pobreza y ausencia estatal crea un caldo de cultivo para estas redes criminales.
En barrios como Santa Ana, Ingeniero Allan o Bosques, los vecinos conviven con el avance de los clanes que controlan la distribución de droga, muchas veces con complicidades policiales y políticas. El triple crimen no solo muestra la violencia interna del narcotráfico, sino también la fragilidad del tejido social en las zonas más castigadas del Gran Buenos Aires.
La cacería de los prófugos
Mientras tanto, los investigadores avanzan en la búsqueda de tres sospechosos clave que podrían esclarecer los últimos movimientos antes de los asesinatos. Con nueve detenidos y al menos seis más en la mira, la Justicia trabaja sobre un rompecabezas en el que cada pieza parece confirmar la misma trama: el poder y la crueldad del narco en los márgenes de la provincia.
La expectativa es que en los próximos días se produzcan nuevas detenciones. Los fiscales ya solicitaron allanamientos en distintas zonas del sur del conurbano, mientras siguen los rastros de los autos utilizados durante la noche del crimen.
Lo que comenzó como un caso policial más se transformó en una radiografía del narcotráfico en Buenos Aires, donde los límites entre la violencia y la supervivencia se desdibujan a diario.