La madre de todas las batallas: el peronismo volvió a la Plaza por Cristina
18 de junio de 2025
El centro porteño fue una marea de bombos, abrazos, pañuelos y cánticos, con una sola consigna: “Cristina no está sola”. La estrategia del PJ de centralizar la protesta bajo un mismo grito; y la apuesta política de mantener encendida la llama del liderazgo de CFK puede abrir la puerta al mito o a la unidad que permita el peronismo a volver a ser Gobierno.
Por SECCIÓN POLÍTICA DE LA PLATA DIARIO
Una vez más, el peronismo se abraza a su historia y camina hacia su ícono. Como en los días de furia, como en las horas más oscuras, la Plaza se convierte en un altar pagano donde se reza por la libertad de Cristina Fernández de Kirchner. En esta jornada templada pero cargada de electricidad política, la multitud desborda las diagonales, las columnas flamean banderas con rostros, y el canto colectivo retumba contra los muros de la Casa Rosada.
El acto comenzó a las 14, pero desde mucho antes, el centro porteño era una marejada de bombos, abrazos, pañuelos y cánticos. La consigna era una sola: “Cristina no está sola”. Pero bajo esa consigna se alinean muchas otras: el repudio al fallo del Tribunal Oral Federal 2 que dictó prisión domiciliaria para la ex presidenta; el reclamo por una justicia que muchos consideran cooptada; la estrategia del PJ de centralizar la protesta bajo un mismo grito; y la apuesta política —quizás desesperada— de mantener encendida la llama del liderazgo de CFK.
El ritual de los leales
Axel Kicillof fue uno de los primeros en llegar, con una nutrida columna del Movimiento de Defensa Federal (MDF). Camina entre militantes, saluda, se deja abrazar. No habla, pero su silencio es estruendoso: se sabe el heredero directo del legado cristinista, aunque no siempre lo desee.
El Frente Renovador, tras horas de dudas, se sumó con fuerza. Malena Galmarini coordinó el desembarco de 316 micros que salieron desde distintos puntos del conurbano, una maquinaria territorial que aún palpita con la lógica de 2015. Sergio Massa, en cambio, aún no confirma su presencia. El eterno equilibrista parece medir cada paso con una regla política de precisión milimétrica. Está, pero no está. Habla, pero no dice. Sabe que un gesto erróneo puede marcar su destino.
Gobernadores del Norte Grande, intendentes del GBA, legisladores nacionales, sindicatos, movimientos sociales, agrupaciones estudiantiles y una legión de militantes espontáneos confluyen en el acto que algunos ya comparan con el 17 de octubre, con el 25 de mayo de 2003, con aquel 9 de diciembre en que Cristina dejó la presidencia ante una plaza desbordada. Hay olor a historia, a destino.
Hoy estuvimos en la Plaza de Mayo defendiendo la democracia ??
— Federico Achával (@FedericoAchaval) June 18, 2025
Emocionante ver al pueblo que se movilizó para acompañar a Cristina y rechazar una condena que tiene el objetivo de perseguir a quienes piensan distinto.
A pesar de los ataques y las provocaciones vamos a seguir… pic.twitter.com/XDgQPXM19z
Un fallo que encendió la mecha
El fallo del TOF2, que otorga prisión domiciliaria a CFK en su departamento de Constitución, cayó como una bomba de humo: no hay barrotes, pero hay encierro; no hay Comodoro Py, pero hay castigo. La marcha prevista hacia los tribunales fue desactivada por decisión de la cúpula partidaria, en una jugada que busca evitar el desborde y centrar el mensaje. No es contra los jueces, dicen; es por Cristina.
En las redes, el hashtag #ConCristinaSiempre es tendencia desde anoche. Videos de militantes llorando frente al departamento de la ex presidenta se viralizan mientras dirigentes de La Cámpora y del Evita difunden imágenes del acto en tiempo real. La narrativa es clara: no se trata solo de una dirigente política, sino de una figura histórica perseguida por defender a los que no tienen voz.
Una escena, muchos silencios
El peronismo, en su compleja heterogeneidad, eligió mostrarse unido. Pero como toda unidad forzada, se sostiene a fuerza de tensiones. Máximo Kirchner no subió al escenario, pero se lo vio en la trastienda. Alberto Fernández tuiteó desde España un escueto “Cristina es víctima de una persecución sin precedentes”. Nadie le contestó. En la liturgia de hoy, hay lugar para los que marchan. Para los que miran desde afuera, solo sospecha.
La presencia de Kicillof no solo marca su alineamiento. También su ambición. En un escenario donde CFK parece decidida a no pedir favores, la pulseada por la herencia simbólica se vuelve feroz. “La proscribieron, pero no la callaron”, repite uno de sus operadores más cercanos. El gobernador lo escucha y asiente. Sabe que cada palabra pesa.
El ocaso o el mito
“Cristina está presa, pero el pueblo la libera”, se escucha desde un camión con parlantes. La Plaza se vuelve un coro que clama justicia, que busca redención, que convierte la derrota en ofrenda.
Para muchos, este acto marca el nacimiento de un mito. Como Evita, como Perón. Cristina, encerrada en su departamento del barrio Constitución, ya no necesita de un micrófono para ser escuchada. Su figura se proyecta en los rostros de miles, en los carteles, en las canciones, en la furia contenida de un pueblo que no se resigna.
Pero también hay quienes advierten que este puede ser el canto del cisne. Una última muestra de fuerza antes del repliegue. Una señal de que el tiempo del kirchnerismo entra en su invierno, y que lo que sigue es una larga y compleja transición hacia otro liderazgo.
Epílogo abierto
La política argentina escribe capítulos a velocidad de vértigo. Nadie sabe qué pasará mañana, ni quién será el próximo en calzarse la banda del PJ. Massa, Kicillof, Máximo, los gobernadores, los Intendentes… todos miran la Plaza, pero piensan en la Casa Rosada.
Hoy, sin embargo, no hay lugar para especulaciones. Hoy, el peronismo canta. Llora. Abraza. Grita. Marcha.
Cristina, desde su casa, escucha.
Y el país, una vez más, se detiene a mirar.