Triple crimen narco: la foto que confirma el vínculo entre “Pequeño J” y la víctima Lara Gutiérrez
06 de octubre de 2025
Una imagen de una cámara de seguridad muestra a la joven asesinada y al presunto autor intelectual del triple crimen de Florencio Varela reunidos en Flores dos semanas antes del ataque. La Justicia investiga si ese encuentro fue el inicio del plan que terminó en el brutal homicidio.
La causa por el triple crimen narco de Florencio Varela sumó una nueva prueba clave: una fotografía en la que aparecen Lara Gutiérrez, una de las víctimas, y Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, el joven peruano sindicado como el autor intelectual de los homicidios.
La imagen, captada por una cámara de seguridad en el barrio porteño de Flores, confirma que ambos se conocían y mantuvieron contacto apenas dos semanas antes del crimen. El registro fue tomado el 6 de septiembre, en un local de comidas rápidas ubicado sobre Avenida Rivadavia y Lafuente, punto habitual de encuentro en la zona.
Fuentes judiciales señalaron que el fiscal Adrián Arribas, a cargo de la investigación, ya había reconocido la existencia del encuentro, aunque recién ahora se conoció la prueba visual. “Sí, esa reunión existió”, había confirmado el funcionario días atrás.
En la imagen, difundida por medios locales, se la observa a Lara caminando junto a otros dos hombres, uno de los cuales fue identificado como Pequeño J. Según las pericias, los tres compartieron una cena que habría durado menos de una hora. A partir de ese momento, la Justicia intenta determinar si esa reunión fue el primer paso del plan criminal.
Una amiga de la víctima fue quien aportó un dato crucial: Lara le contó que debía encontrarse con “dos hombres bolivianos” esa noche en Flores, cerca de las 21. Tras la cita, le comentó que le habían hecho una propuesta sexual, ofreciéndole pasar tres días con ellos en un lugar no especificado. “Ella no aceptó, pero igual cenaron juntos”, detalló la testigo ante la fiscalía.
Los investigadores sospechan que el rechazo de Lara pudo haber desencadenado un conflicto interno dentro de la red narco que operaba entre el sur del conurbano y la villa 1-11-14. En esa trama también aparece otro nombre clave: Víctor Sotacuro, el remisero peruano detenido tras huir a Bolivia.
Sotacuro declaró que fue contratado por un tal “Loco David”, a quien describió como “un albañil peruano”, para realizar un viaje la noche del crimen. En su testimonio ante el fiscal Arribas aseguró: “Cuando lo fui a buscar, estaba embarrado, con dos personas más. Me sorprendió que me pagó 600 mil pesos por un viaje que valía 40 mil”.
Horas después, el remisero dijo haber sido amenazado por dos hombres armados que le robaron el teléfono y le ordenaron “desaparecer”. Su fuga terminó días más tarde, cuando fue capturado en un hostal en Villazón, Bolivia, cerca de la frontera.
Mientras tanto, Pequeño J permanece detenido en una prisión de máxima seguridad, a la espera de su extradición al Perú, donde también enfrenta causas por narcotráfico y homicidio. Según fuentes policiales, el joven era considerado un operador clave de una red que movía cocaína desde Bolivia hacia Buenos Aires.
El fiscal Arribas confirmó que habrá nuevas detenciones en los próximos días y que todavía se intenta “determinar los roles específicos” de cada involucrado. Aunque aclaró que “aún no está probado el vínculo directo con el narcotráfico”, reconoció que esa es la principal hipótesis que guía la investigación.
En los tribunales de Quilmes, los investigadores creen que el triple crimen fue un ajuste de cuentas y que la foto que ahora sale a la luz podría ser la pieza que faltaba para reconstruir el entramado que une a las víctimas, los sicarios y los jefes de la organización.