La Plata Diario

De hijo de un sicario a cerebro del triple crimen: así creció ‘Pequeño J en la cuna del delito


30 de septiembre de 2025

Tony Janzen Valverde Victoriano, hijo de un delincuente ejecutado en un ajuste de cuentas, creció rodeado de violencia, sicariato y un apellido ligado a bandas narco en Perú. Con apenas 23 años, está acusado de ser el autor intelectual del triple femicidio en Florencio Varela.

Redacción La Plata Diario

El caso del triple crimen de Florencio Varela, que conmueve a la Argentina, tiene a un nombre en el centro de la escena: Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido como “Pequeño J”. A sus 23 años, este joven de nacionalidad peruana es señalado como el autor intelectual de la masacre en la que fueron asesinadas Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez.

Su historia personal está marcada por la violencia y el delito. Nació y creció en el asentamiento humano Nuevo Indoamérica, en Trujillo, Perú, un territorio dominado por bandas criminales. Desde chico heredó el apodo de su padre, Janhzen Valverde, un delincuente que integraba “Los Injertos de Nuevo Jerusalén” y que fue ejecutado en 2018 en una venganza narco.

El asesinato de su padre dejó una huella profunda en Tony. Según reportes de la prensa peruana, en Facebook llegó a prometer venganza tras el crimen: “Te prometo que esto no va a quedar así, porque si nadie hace nada, yo mismo lo hago con pana y elegancia”. Ese mensaje sería el anticipo de una personalidad forjada en la lógica de la violencia heredada.

La familia de “Pequeño J” también estuvo marcada por delitos graves. Uno de sus tíos paternos, Manuel Valverde Rodríguez, alias “Chuman”, fue acusado de homicidio. Otro, Luis “Serranasho”, estuvo preso por robo agravado y extorsión. Incluso al momento de ser detenido en 2013, llevaba armas encima. Un árbol genealógico atravesado por el crimen organizado.

El propio padre de Tony, además de ser parte de una banda, había sido denunciado por violencia de género y por abandonar a sus hijos, Tony y Sandy, negándoles la cuota alimentaria. En sus redes, se definía como “bandido por siempre”, idolatraba a Pablo Escobar y a Tony Montana, y se mostraba rodeado de armas y alcohol junto a otros miembros de su organización.

A pesar de este entorno, hasta antes del caso de Florencio Varela, “Pequeño J” no tenía antecedentes penales ni en Perú ni en la Argentina. Esa invisibilidad lo convirtió en un líder inesperado dentro de la estructura narco que hoy lo ubica como el más buscado en el país, con pedido de captura nacional e internacional por Interpol.

La investigación lo señala como el cerebro detrás del secuestro, tortura y asesinato de las tres amigas de Ciudad Evita. Según fuentes judiciales, su perfil es el de un líder “extremadamente sanguinario”, con la capacidad de inspirar miedo y lealtad incluso en criminales de mayor experiencia.

El gobierno peruano confirmó que no existen registros de salidas legales del país, lo que refuerza la hipótesis de que cruzó a la Argentina por pasos clandestinos. Desde entonces, su paradero es un misterio.

Hoy, “Pequeño J” es el nombre más repetido en los pasillos judiciales y policiales. Mientras la Justicia argentina avanza con las detenciones de sus presuntos cómplices, la gran incógnita sigue siendo la misma: ¿dónde está el joven heredero del crimen que, con apenas 23 años, ya es considerado uno de los fugitivos más peligrosos de la región?

Redacción La Plata Diario

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